Moonlight de Frank Ocean
Me encanta Moonlight y me encanta Frank Ocean, así que me encanta el poema que Frank escribió para el prólogo del libro. Traducción desde el inglés por @colectivofrankocean en Instagram.
En el sudeste, cuando éramos chicos, vi postes de luz y luces traseras y encendedores oscureciendo cucharas y pistolas que se alumbran en noches sin luna. Cuando mi madre prendió la cocina con un fósforo, cuando dejamos que Don Jose El Garrafa viviera en la pieza del fondo del patio, me senté a la salida de la casa a hablar con él. Ese hilo de luz que entraba desde la cocina iluminó su rostro mientras me contaba historias de cuando solía dormir sin frazadas bajo la luna. Conversando con él aprendí que la luna no tiene luz propia, que toda su luz proviene del sol. Antes de irme caminando hacia la estación de servicio envolví mi cabeza con una bandana para sujetarme bien las trenzas. En el camino imaginé que un día brillarían como el océano a la luz de la luna. Golpeé tu puerta en el camino de regreso y saliste a abrirme sin polera, me diste la espalda y te odié por no saludarme, pero éramos muy cercanos para eso, éramos muy cercanos para formalidades y pasé la noche en tu casa. El sábado, cerca del mediodía, cuando pasó la languidez, salimos corriendo hacia la luz del sol que brillaba sobre las dianas que llevábamos en nuestras espaldas morenas. En la mitad de un partido, quise quedarme viéndote desde el margen de la cancha y me senté a seguir las líneas que hacía tu cuerpo bajo la luz de los focos. En mi auto, los medidores y las ampolletas incandescentes nos hacían tomar diferentes matices de azul. Cuando llegamos, pagamos para perder la mirada en esas pantallas de plata que no arrojarían luces sobre nosotros. Y por mucho tiempo fue como si no existiéramos.
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